Hola a todos.
Hoy 18 de Julio es un día especialmente significativo para mí. Para muchas personas el recorrer una larga travesía de años no les es nada fácil, sin embargo, he sido afortunada cuando lo pienso. Al volver la vista atrás, considero que mi niñez fue de lujo, con una adolescencia feliz, un matrimonio excelente y una familia que quiero. Como manifesté en mi Web hace años, me encanta la comunicación y surcar los mares del futuro.
Desde que nos dimos el sí quiero, Francis y yo, un 8 de agosto de 1965, comenzamos a navegar juntos y abrir los ojos a los peligros del mar de la vida. No teníamos experiencia.
Tristemente inició su andadura hacia el Oriente hace ya cuatro años, pero siempre será querido y recordado porque sigue entre nosotros. Fue un hombre inteligente, generoso una bellísima persona, con buen sentido del humor y un gran Capitán que controlaba las máquinas como responsable de asegurar la nave, a mí me dejo el timón con el que vengo navegando sin descanso. Los dos pilotábamos con rumbo fijo, mirando de antemano la hoja de ruta, buscando siempre una masa de agua en calma y siempre necesaria. Tres años después nos sorprendió la llegada de nuestro hijo Daniel y dos años más tarde la de Sergio que fueron uniéndose a la tripulación como nuestros mejores Cadetes y estamos orgullosos de ellos.
Con los años la tripulación se amplió, rebosante de familiares y amigos, como en la célebre escena del camarote de los hermanos Marx de Una noche en la ópera (1935). El velero es tan grande que a veces nos vemos en la cubierta. Desconocía que el gran océano de la existencia me reservaba, a mis 57 años, una herencia sorprendente, tres canceres que me acompañarían a lo largo del tiempo. En esos años las aguas comenzaban a estar embravecidas, con olas gigantescas que generaban un gran pavor. Francis me miraba asustado al tiempo que pensaba: el barco se hunde. Yo sonreía para darle ánimos y le decía: todo pasará ya lo verás.Una mañana, después de meditar y visualizar el futuro, le dije a la tripulación: izad las velas que vamos a navegar seguros, mirando al frente, oteando el horizonte para combatir al reto que nos espera.
Es cierto que no hay nada más sorprendente que la propia vida. Y me aferré al timón con firmeza y coraje por mi objetivo. Y lo hice como ese pájaro que, aunque cansado, se posa en una rama conocedor de que por débil que sea su tronco, estará seguro. La fuerza de sus alas le permitirá, en cualquier momento, echar a volar. Pues bien, para luchar, acudimos con acierto como en otras ocasiones, al mejor sistema que tenemos y valoramos en España para la salud de sus habitantes: la Seguridad Social.
Concretamente al Hospital Dr. Negrín en Las Palmas de Gran Canaria, donde la profesionalidad, el esfuerzo y la responsabilidad de los equipos médicos que allí trabajan hicieron el milagro. La primera vez el Dr. Gonzalo Gómez y las otras dos intervenciones a cargo del Dr. Hernández Romero. Hoy sonrío feliz porque ambos son personas entrañables para mí, ya que me han dado la oportunidad de seguir cumpliendo años. Hoy tengo 76 veranos... ¡Qué lujo!, no hay mejor regalo que la VIDA.
Esta es mi reflexión.
Las fotos son del último cumpleaños en París con mi hermana
No hay comentarios:
Publicar un comentario