jueves, 1 de septiembre de 2011

El té de Florida


El té de esta tarde de verano llega cargado de la belleza de mis orquídeas que adornan el balcón de nuestro hogar. Me ha hecho recordar nuestro viaje a Florida hace tres años. Fue un viaje para renovar y ensanchar mis horizontes espirituales y despejar la mente. Sigo viajando cada vez que puedo. Tenemos que ser libres y no estar atrapados por las circunstancias en nuestra propia jaula mental. Eso nos ha de servir para relajarnos y ejercitar la visualización a fin de alcanzar la meta que deseamos: ante todo, la salud; luego, todo lo demás.

Como ya sabéis por mis escritos, he podido superar tres intervenciones de cáncer en estos doce años. He tenido buenos médicos a mi lado, el Dr. Gonzalo Gómez y el Dr. Juan Hernández Romero. Mi actitud positiva ante la vida –trabajando la mente a diario y prestando mi ayuda a los demás– ha hecho el resto. Quien trabaja por altruismo conoce el más refinado de los goces internos y a la vez invierte en la vida. Otros lo hacen en los bancos y al final cada uno tiene sus propios beneficios. Si eres fiel a ti mismo nunca te equivocas. Nuestra mente tiene que estar siempre al acecho, para hacerle frente a los desafíos de la vida.

Afortunadamente para mí “Las tardes de té” conservan mi mente y estimulan mi memoria. Cuesta poco levantar la mirada del asfalto y poner en marcha el recuerdo y la imaginación. De pequeña descubrí la cualidad ilimitada de la imaginación que es la creencia de lo imposible. El escritor Anatole France dijo: “Saber no es nada, imaginar es todo”.

Ante cualquier cosa que nos preocupe, recurramos a la imaginación. Es un ejercicio que a la larga proporciona mayor alegría a nuestra existencia y suele hacerla más beneficiosa.

Ya voy haciendo mentalmente las maletas. Pondré en ellas la pasión por la vida, la ilusión por estar con la familia, el olor de la hierba recién cortada, el disfrutar de los caballos, los árboles, las flores, su luz su contrastes.etc. De los recuerdos de aquello días cobra singular relieve la visita a la Nasa, que espero repetir. Que nadie con sensibilidad despierta y miras hacia el futuro se pierda una experiencia como visitar Cabo Cañaveral. Ensancharán la mente.

También recuerdo con cariño la feliz oportunidad que tuve de asistir a una concentración de tribus de indios, tanto de Norteamérica como de Canadá, México y Guatemala. Allí celebran su particular “Pow-Wow”, donde destacan por su fuerza y energía las danzas rituales acompañadas por los tradicionales sonidos de los tambores.

De toda esta mezcla surgen tantas energías que tengo para meses antes de regresar a Florida. Para mí, hacer este viaje al rancho de mis primos, ‘El orgullo del campo’, era muy importante. Allí se armonizan el cuerpo y el espíritu con la Naturaleza. Florida es un paraíso único. Un crisol de razas y culturas.

En Florida las leyes son muy estrictas en cuanto a la conservación de las especies. La ecología es una asignatura en la que todos sus habitantes están aprobados. El hombre que no ama la Naturaleza y no la respeta es que no ha entendido nada. Vivimos en una sociedad falsa, egoísta, competitiva en la que se van perdiendo valores y con un gran déficit de reflexión que contrasta con la juventud más preparada de los últimos tiempos cuya frustración de muchísimo jóvenes ante el futuro, sin ilusión sin el ideal para sus ambiciones, genera un vandalismo y una violencia sin sentido. Esto es muy grave. Así el mundo se nos va de las manos y las manos las tenemos para construir no destruir. “Los jóvenes de una nación son los depositarios de la posteridad” dijo Disraeli.

El sistema se está cargando nuestra juventud que es el divino tesoro, un tesoro deseado y añorado por todos cuando se ha perdido Que no darían alguno. “La vejez pondera y mide, la juventud dice: así es” August Graf Platen.


Nuestros caminos se volverán a encontrar con una taza de té verde humeante con el aroma de la hierba buena el agua de azahar y la esperanza de ver un mundo mejor. El bien común ha de prevalecer.

En esta oportunidad mis energías y cariño van destinados a Jeannine y Toni Menna de Port Richey en Florida, así como a mis primos Gloria y Russell Harvey de Dade City.