Eran las nueve de la mañana de un día de
primavera. Miraba el horizonte como cada día, esa línea recta tan perfecta que
separa el cielo y la Tierra. En mi mente bullían muchas cosas e intentaba
desgranar algunas que sentía y percibía. No era fácil. Entre el cúmulo de ideas
pensaba qué tema podría mencionar en las Tardes de té. De repente, una abeja
solitaria se acercó a los geranios del balcón.
Me quedé observando cómo merodeaba
alrededor de las plantas. Entonces entendí que ese sería el tema: las abejas. Después
de unos segundos, sonriente, le di las gracias por su visita tan oportuna. Con
un suave toque la distraje y la dejé partir, no sin antes hacerle un guiño de
complicidad. Ella ya no está, pero su espíritu sigue aquí dándome fuerza y
coraje.
Hay que tener sensibilidad para captar los
mensajes que están a nuestro alrededor y mucho más allá. Es natural en el ser
humano, un valor que se acaba perdiendo con la comodidad de la tecnología que
va haciendo desaparecer nuestra esencia.
El Té de Navidad es un lugar de encuentro cada
año. Comienzo recordando a este pequeño insecto de unos dos centímetros, que es
un gran regalo de la Naturaleza. Con el nombre científico se la conoce como Apis mellifera. Las abejas hasta ahora
se consideraban perfectamente adaptadas al medio, hoy se enfrentan al peligro
de la extinción y, como consecuencias, nosotros iríamos detrás. Llevan en la
Tierra entre quince o veinte millones de años desde el Mioceno, mucho antes de
la aparición del ser humano. Hay más de veinte mil especies. Son muy selectas,
ya que se rodean de flores, néctar, perfume, un buen ambiente. Son grandes
trabajadoras codiciadas por su rica miel, jalea real, cera, polen, y el própolis
que es un antibiótico natural, junto a las propiedades de minerales.
Cuando encontraron miel en la tumba de Tutankamon
solo hubo que calentarla y probarla. Comentaron: exquisita. Después de tres mil
años.
Con los siglos han evolucionado, sobre
todo las domésticas. Es fascinante la organización de sus colmenas. La polinización
es imprescindible para los alimentos. El setenta por ciento de lo que comemos
es trabajo de ellas. Las abejas necesitan para sobrevivir las flores y
viceversa. Los científicos están sorprendidos por el número de ejemplares que
están desapareciendo alarmantemente por todo el mundo. Los monocultivos como el
trigo, el maíz u otros cereales no necesitan de las abejas, de hecho, están
polinizando con avioneta drones, y dicen que ahora hasta con abejas drones,
pero la miel ¿quién la produce? Los abejorros son también buenos polinizadores.
Incluso los seres humanos pueden polinizar a mano, como se hace, por ejemplo,
con la flor de la vainilla, y por eso cuesta tan cara, pero jamás podremos compararlo
con la propia Naturaleza.
Qué poco respetamos y valoramos la vida de
los insectos. Cada uno cumple su función como los humanos tenemos nuestras
responsabilidades con las consecuencias de lo que hacemos. Me pregunto en qué
manos hemos estado y en las que seguimos estando. Por fin la UE ha decidido
prohibir los insecticidas de imidacloprid clotianidina y el tiametoxam. Esta
decisión contó con el apoyo de dieciséis países, entre ellos España, Francia,
Reino Unido y Alemania. Los productos químicos hacen emigrar el polen y el
néctar de las plantas a los insectos polinizadores y las consecuencias llegan más
tarde con lo que comemos. Todo muy peligroso para la salud de los insectos y la
humana, aparte de la calidad del suelo, que también se contamina. Sin olvidar
tantos otros como el biscerol. Las multinacionales se han enriquecido a costa
de la salud de todos y con el beneplácito de los gobernantes cuando ellos
deberían ser los vigías.
He tenido la desgracia de sufrir tres cánceres,
que no es poco: colon, hígado y páncreas. Se pasa muy mal y la familia sufre
mucho. Hoy día, ya me ven, sigo aquí muy bien sin faltar a la cita después de
veinte años, luchando y pensando en buscar otros néctares para el té. Viendo
los jardines de París hace poco, cuajados de flores, sentí curiosidad y me
informaron de que no se usan pesticidas ni insecticidas para no matar a las abejas.
Ellas son las protagonistas de los jardines. En muchas terrazas y azoteas
tienen colmenas que dan una exquisita y rica miel. Se la conoce como miel de
París. Todo un lujo. También tuve el gusto de pasear con unos amigos por la
campiña francesa y probar una miel exquisita del departamento de Val d’Oise que
te deja un dulce sabor que tanto gusta.
Lo que comienza con una flor trae consigo
muchos beneficios, es una energía que nos llega del Cosmos del Ser supremo para
darnos vida como es Sol. El cambio climático y la contaminación amenazan cada día
a todos los seres vivos del Planeta. Va en aumento e influye en la extinción de
las abejas. Sería una gran tragedia a nivel mundial para la humanidad y el
resto de los seres vivos no poder contar con frutas y verduras. Con el tiempo
todo quedará reducido a la nada si no le ponemos remedio. Somos en gran parte
los humanos responsables, y mucho, de lo que está ocurriendo. Un clima sin
contaminación es un bien común para la salud, que nos atañe a todos.
En las Tardes de té estamos para sensibilizar
a la opinión pública por el daño que se le hace a la madre Tierra. Valoremos nuestro
Planeta y estos instantes que solo son nuestros, ya que no sabemos lo que nos
deparará el mañana. Es así la vida y nadie puede con ella. Tenemos que
reflexionar y mejorar nuestro comportamiento. Si nos armonizamos con la
Naturaleza tendremos un mundo mejor con buenas energías, y si además elevamos
el espíritu y meditamos, tendremos garantía de armonía universal. Si escudriñamos
el futuro no está nada claro qué es lo que queremos o pretendemos los humanos.
Este Té como cada año, dará la vuelta al
mundo.
Os deseo paz con
horizontes de esperanzas para todos.
Felices fiestas
FIN