El té de Navidad es una cita cada año, ya
sea por carta física o virtual por el ciberespacio. Como pueden apreciar, nunca
se encuentra en un estado de hibernación, al contrario, late con gran fuerza.
Este año 2022 estamos de aniversario. Se
cumplen 25 temporadas de Las tardes de té,
humilde proyecto personal que estimula mi mente y me ilusiona a partes iguales.
A
lo largo de este tiempo he tenido la oportunidad de poder compartir y repartir una
buena cantidad de energía por muchos lugares del mundo y, en particular, en esta
hermosa isla, Gran Canaria, merced al elevado número de personas que pasaron
por casa a saborear el precioso líquido, acompañado de sus deliciosas pastas.
Lo vivido ha sido y es imborrable. Un
hecho que me ha permitido conocer personas extraordinarias, que valoro y
respeto, que aportaron y aportan conocimientos a mi vida con el objetivo de observar
la realidad del mundo con otros ojos, no sin esfuerzo. Muy pocos ven lo que
somos, la mayoría únicamente lo que aparentamos.
En estos momentos, recordando a los que ya
no están con nosotros, aumenta mi emoción y disminuye mi dolor. Mi madre, mi
marido, Salwa, Petros, el tío Félix… son tantas las personas…, pero a todas las
llevo en el corazón. La vida sigue y mañana… yo no estaré. Como bien sabemos, estamos
de paso en este mundo. Por lo pronto me dejo llevar por el camino que me marca
mi destino, el que soñé de pequeña. Mi madre me decía haz una cosa o dos, hija mía,
pero bien hechas. Por lo menos lo intento. Desde mi niñez he sido fiel a mis
principios, asociados a un mundo más verde y limpio de contaminación. De mi
infancia recuerdo el cielo cuajado de estrellas de Tánger, el lugar donde nací.
El ser humano está compuesto de la misma
materia que los árboles, ya que en cierto sentido en nuestro cuerpo tenemos protoplasma.
De ahí que al abrazarnos a ellos tengamos la percepción de reconocernos unos a
otros. Quizás ellos más que nosotros, a fin de cuentas llevan más tiempo en el
planeta. No obstante, ¿cómo abordamos esa estrecha relación?, ¿qué les hacemos?,
¿someterles al fuego y talarlos sin conciencia por dinero, sin pensar en las
consecuencias? La Naturaleza proviene de la Tierra. Los campos y los bosques representan
mucho más que alimentos, son una fuente casi inagotable de conocimientos, de recursos
medicinales, de vida para múltiples especies, de materia simbólica… ¿qué sería
el mundo sin oír las notas de un violín o una guitarra? todo se lo debemos a ellos,
a los árboles y a la Naturaleza.
En este punto quisiera hacer mención a un verdadero
maestro luthier que tenemos en la Isla, Juan R.V. Sin su elegante y delicado trabajo,
sin su sapiencia y paciencia, difícilmente podríamos acudir a esa música, a
esos sonidos y melodías de hoy y de antaño, tan necesarias para meditar y observar
nuestra propia conciencia, aquella que no es transferible. La buena conciencia
es una fiesta, decía Benjamín Franklin. La vida es lo que uno hace de ella,
nunca los demás. Por eso mi mejor almohada no es de plumas, es mi ética.
A nuestro alrededor observamos la
presencia de un elevado grado de violencia, no obstante frente a las viejas
estructuras de poder se percibe un cambio, muy lento quizás, pero progresivo,
en relación a la esencia de la vida y sus valores como la educación, el respeto,
la solidaridad o la empatía. Como decía Krishnamuti: nosotros somos el mundo y
mientras no mejoremos, no mejorará.
Entre las aspiraciones de la humanidad siempre
ha estado presente el vivir en paz y criar a sus hijos con perspectiva de futuro
pero, por desgracia, a lo largo de su Historia han predominado las guerras, el
fanatismo, la incomprensión… en la que tantos niños inocentes han fallecido,
todo un potencial perdido, así como los ancianos y su sabiduría. Los errores se
pagan caros y no con calderillas ¿Cómo vamos a ser capaces de digerir más
guerras?
En la
misma línea de pensamiento, dentro de los numerosos males que asolan el Planeta,
es
elocuente que seguimos envenenando la Tierra. Por ello desearía que este té
sirviera de recuerdo y apoyo a los bomberos que, con su trabajo y valentía, arriesgan
sus vidas y luchan contra el fuego para salvar lo que pueden de la Naturaleza. Quizás
algún día sea la propia Naturaleza la que reclame lo que las llamas despojaron
a los árboles. La vida. Un llamamiento del que nos hacemos eco desde la obra de
Raúl Vicente Pérez, bombero forestal, Hermano
fuego. Una lectura para tomar conciencia, que invita a la reflexión.
Dentro de este marco, el Planeta nos está
advirtiendo del cambio climático que habrá de determinar nuestro futuro, al
menos es lo que nos indican los investigadores. Ciertamente ya nadie niega que
desde aproximadamente hace unos 70 años se ha acelerado producto de nuestra
intervención sobre el terreno. Curiosamente, en una dirección opuesta,
observamos que nuestra mente ha ido perdiendo facultades y ya no recordamos
ningún teléfono, dirección, dato… la máquina lo hace por nosotros. Estimo que
esa actitud no es completamente sana, no aprendemos del pasado. Habría que leer
más a los clásicos, que si por algo son fundamentales es por el conocimiento
que nos aportan. Por algo son atemporales, como bien nos recuerda cada semana Emilio del Río en el
programa de radio “Locos por los clásicos” de RTVE.
Sin duda habrán de ser determinantes las
decisiones que tomen en los próximos años los gobernantes inteligentes, no los
sedientos de poder, de ambiciones y engaños. Así no podremos mejorar. Seamos
portadores vivientes de Paz, de concordia, de generosidad y calidad humana. Estamos
viviendo una época difícil, los datos son evidentes... Por este motivo, me
gustaría que, a modo de grano de arena, este aniversario fuera eminentemente
ecológico, sería una gran victoria para las futuras generaciones. Se lo debemos
y mucho. Como bien sabemos, la contaminación, así como la falta de espacios
verdes, entre otros factores, impacta en nuestra salud hoy y mañana. Este es
nuestro presente con consecuencias ¿irreversibles?, ciertamente no podremos
mirar al futuro si seguimos menguando nuestra capacidad en torno a los recursos
naturales y su gestión.
Por tanto, pararse unos segundos a reflexionar
sobre el mundo que queremos legar a nuestros descendientes sería una buena
alternativa en estas Fiestas frente a la locura desenfrenada en la que, como
sociedad globalizada, estamos inmersos. Disfrutemos de la Naturaleza, la salud,
la alegría de vivir, la familia y los allegados, ya que al final lo que nos
sobrará serán los bienes materiales y nos restará el tiempo, que es lo que,
antes o después, más anhelamos. No quisiera dejar atrás a otra luchadora por
sus derechos recientemente fallecida, la joven Mahsa Amini, representante de
todas esas mujeres sometidas en un país como Irán, a estas alturas del siglo
XXI.
Un viejo dicho reza: No pidas permiso para
volar, las alas son tuyas y el cielo no es de nadie. El té volverá a dar la
vuelta al mundo para dejar un mensaje de generosidad y de tiempo. Muchas
gracias por estar al otro lado de la pantalla.
El mundo digital toma hoy el té virtual. Extrañamente
no todos pueden venir a casa por falta de espacio y tiempo.
Deseo que este té de Navidad sirva de
homenaje a una gran reina, Isabel II, que sacrificó su libertad para cumplir su
destino hasta el último momento.
Feliz 2023.