Tenemos que ser siempre defensores de la paz, no volvernos
en contra de ella.
En la gran maraña del ser humano nos jugamos mucho de cara
al futuro, pero la vida no es un juego…
Todos somos huéspedes de este bello planeta que nos muestra
a cada momento su generosidad.
Los humanos estamos convirtiendo el mundo en un foco de
violencia sin freno.
Caemos siempre en la misma trampa.
Como hubiesen dicho los filósofos antiguos “es difícil
mantener el mundo en su eje, si seguimos así”.
¡No aprendemos!
En Ámsterdam, una niña, Ana Frank, en plena ocupación nazi,
escribió en su diario “esta noche por primera vez en mi vida me regalaron algo
por Navidad, un pastel, en el que se podía leer, Paz, 1944”.
No podemos huir de la realidad.
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