Salwa Bechara, mi gran amiga |
Quedaban pocos días para la
Navidad cuando Salwa, abuela de la pequeña Margarita, le dijo: tenemos que ir
al bosque a recoger un poco de musgo para decorar el belén.
La niña asintió con la cabeza, su
abuela la motivaba siempre, era una gran mujer muy querida por todos ella venia
de un país lejano.
Al día siguiente partieron
encontrándose con un bosque lleno de vida, el olor a pino lo impregnaba todo.
Sin embargo, los espíritus de los árboles se encontraban inquietos.
La niña echó a correr, era un
torrente de vitalidad. Un aire fresco alcanzó su rostro, se sentía feliz veía el mundo como un juego de niños
sin maldad alguna.
Salwa la llamó y le comentó: hay
algo en la Naturaleza que despierta los sentidos. Si no percibimos ni sentimos
los espíritus que habitan los bosques, somos como troncos secos y vacíos. Ahora
que estamos en contacto con la energía de la vida y nuestro universo interior,
valoremos estos momentos.
Este sería un gran recuerdo para
Margarita. Nada puede suplir la ternura amorosa y la experiencia de las
abuelas.
La niña le apretó la mano en señal
de cariño y complicidad.
Salwa continúo hablando: el belén
me trae recuerdos de mi infancia, me transmite mis raíces y cultura El olor a
pino me evoca el paisaje majestuoso de los cedros, símbolo de mi amado país, el
Líbano.
Como sabes, las tradiciones del belén
y de los Reyes Magos son sentimientos muy antiguos, arraigados en mayores y
niños aquí en España. Un país sin tradiciones es un país sin
identidad, comentó. La Navidad siempre será la esencia del pasado y presente de
estas fiestas y el sabor se lo tenemos que agradecer a los árboles que nos
regalan sus frutos. El aroma de las especies como el frangipane alcaravea, y la
canela da un ambiente de unidad familiar entrañable.
Una mezcla de culturas las
envolvía a las dos, se unía Oriente y Occidente. En esos instantes solo se oía
el silencio.
De repente, Margarita percibió
algo y se detuvo. Era una significativa señal de un llanto.
-Está llorando un niño le dijo a
su abuela.
-No puede ser, contestó ella.
-Parece que viene del contenedor,
le replicó la nieta.
Con
paso firme se dirigieron al lugar.
Una débil voz le dijo a la niña: Estoy
aquí, soy el pequeño abeto que está a tu lado. En la inmensidad del bosque he
nacido feliz y ahora estoy sufriendo. Unos desalmados egoístas me han arrancado
con violencia de las entraña de la tierra. Pero al ver que soy pequeño me han
dejado tirado porque valgo poco. Solo me quedan unas débiles raíces que son mi esperanza.
Mi vida depende de ti.
Margarita
miró a su abuela con asombro.
-La voz sale del pequeño abeto
Salwa
no podía quedarse indiferente ante el estupor de su nieta.
-Sí, te creo. El
espíritu es capaz de percibir sensaciones y señales con mayor capacidad que la
mente aunque estemos muy lejos. Vamos a cambiar su destino. No hay nada casual
en nuestra existencia. Lo plantaremos y recobrará su vida. ¿A quién no le gustaría
tener una segunda oportunidad? Mi niña, estás comprobando el comportamiento del
ser humano cuando actúa con egoísmo. Su condición es la de esquilmar la
Naturaleza, por unas monedas, sin pensar en las consecuencias.
Cogieron
el pequeño árbol y regresaron a casa. Por el camino la niña caminaba con el
ceño fruncido.
-Has dicho egoísmo. ¿Qué quiere
decir eso, abuela?
-Cariño, es un sentimiento negativo que no trae nada bueno.
La generosidad es todo lo contrario. Te lleva a la felicidad que compartes con
los demás.
De
vuelta a casa, Margarita salió al jardín y se dispuso a plantar el pequeño
abeto. Estaba oscuro y la luz de la Luna iluminaba el entorno. La niña alzó la
mirada y quedó fascinada por su belleza.
-Me gustaría tenerte, le dijo con toda su candidez, para
jugar contigo.
La Luna le sonrió y entendiendo su inocencia se fue
acercando hacia ella hasta quedar en sus manos.
-Mi querida niña no
puedo quedarme contigo. Sería muy egoísta por mi parte ya que privaríamos al
resto del planeta de lo necesario de mi función en el desarrollo de la
Naturaleza. A lo largo de millones de años he sido testigo mudo de vuestra
evolución. Los terrícolas habéis alcanzado muchos logros en ciencia, tecnología
investigación etc. para el bien de la Humanidad, pero el egoísmo del ser humano
sigue estando vigente cada día con mayor fuerza. En vuestro agitado mundo de
hoy es difícil entender la vida. La Historia de la humanidad no es como la queréis
contar, es como la estáis haciendo día a día.
Tú,
Margarita, eres muy afortunada, en el mundo hay niños a quien nadie le ha leído
un cuento o regalado un osito, para ellos solo existe el sufrimiento como el
hambre, los abusos, las guerras que los dejan sin familia ni hogar y solo
comparten la sonrisa y la mirada limpia.
Ahora
lánzame con fuerza y energía hacia las estrellas de donde vengo para volver a
ocupar mi lugar en el espacio. Entra en casa y duerme, mañana tendrás un bonito
despertar y te darás cuenta de la alegría de existir, mi pequeña florecilla.
Fin.
El té de Navidad puede ser claro,
oscuro amargo dulce en cambio para todos sigue siendo te. Lo mismo ocurre con
la vida Unos pocos la viven de manera brillante. Otros con problemas unos optimistas
o lo contrario Muchos con coraje para sobrellevar la vida a duras penas. Otros
la viven pensando en el futuro y muchos se olvidan de vivir el presente que es
más seguro Pero para todos sigue siendo la vida. Que cada uno saque sus propias
conclusiones Hacer el escrito de Navidad exige mucha voluntad año tras año y siempre
lleva una esperanza para reflexionar y encontrar la Paz poniendo mi pequeño
granito de arena en ello ya que la vida me ha dado tres oportunidades. Como
siempre dará la vuelta al mundo...
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
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