miércoles, 21 de diciembre de 2016

El cuento de Navidad 2016



Salwa Bechara, mi gran amiga

Quedaban pocos días para la Navidad cuando Salwa, abuela de la pequeña Margarita, le dijo: tenemos que ir al bosque a recoger un poco de musgo para decorar el belén.

La niña asintió con la cabeza, su abuela la motivaba siempre, era una gran mujer muy querida por todos ella venia de un país lejano.

Al día siguiente partieron encontrándose con un bosque lleno de vida, el olor a pino lo impregnaba todo. Sin embargo, los espíritus de los árboles se encontraban inquietos.
La niña echó a correr, era un torrente de vitalidad. Un aire fresco alcanzó su rostro, se sentía   feliz veía el mundo como un juego de niños sin maldad alguna.

Salwa la llamó y le comentó: hay algo en la Naturaleza que despierta los sentidos. Si no percibimos ni sentimos los espíritus que habitan los bosques, somos como troncos secos y vacíos. Ahora que estamos en contacto con la energía de la vida y nuestro universo interior, valoremos estos momentos.

Este sería un gran recuerdo para Margarita. Nada puede suplir la ternura amorosa y la experiencia de las abuelas.

La niña le apretó la mano en señal de cariño y complicidad.

Salwa continúo hablando: el belén me trae recuerdos de mi infancia, me transmite mis raíces y cultura El olor a pino me evoca el paisaje majestuoso de los cedros, símbolo de mi amado país, el Líbano.

Como sabes, las tradiciones del belén y de los Reyes Magos son sentimientos muy antiguos, arraigados en mayores y niños aquí en España.   Un país sin tradiciones es un país sin identidad, comentó. La Navidad siempre será la esencia del pasado y presente de estas fiestas y el sabor se lo tenemos que agradecer a los árboles que nos regalan sus frutos. El aroma de las especies como el frangipane alcaravea, y la canela da un ambiente de unidad familiar entrañable.

Una mezcla de culturas las envolvía a las dos, se unía Oriente y Occidente. En esos instantes solo se oía el silencio.

De repente, Margarita percibió algo y se detuvo. Era una significativa señal de un llanto.
-Está llorando un niño le dijo a su abuela.
-No puede ser, contestó ella.
-Parece que viene del contenedor, le replicó la nieta.
Con paso firme se dirigieron al lugar. 

Una débil voz le dijo a la niña: Estoy aquí, soy el pequeño abeto que está a tu lado. En la inmensidad del bosque he nacido feliz y ahora estoy sufriendo. Unos desalmados egoístas me han arrancado con violencia de las entraña de la tierra. Pero al ver que soy pequeño me han dejado tirado porque valgo poco. Solo me quedan unas débiles raíces que son mi esperanza. Mi vida depende de ti.
Margarita miró a su abuela con asombro.
 -La voz sale del pequeño abeto

Salwa no podía quedarse indiferente ante el estupor de su nieta.
 -Sí, te creo. El espíritu es capaz de percibir sensaciones y señales con mayor capacidad que la mente aunque estemos muy lejos. Vamos a cambiar su destino. No hay nada casual en nuestra existencia. Lo plantaremos y recobrará su vida. ¿A quién no le gustaría tener una segunda oportunidad? Mi niña, estás comprobando el comportamiento del ser humano cuando actúa con egoísmo. Su condición es la de esquilmar la Naturaleza, por unas monedas, sin pensar en las consecuencias.

Cogieron el pequeño árbol y regresaron a casa. Por el camino la niña caminaba con el ceño fruncido.
-Has dicho egoísmo. ¿Qué quiere decir eso, abuela?
-Cariño, es un sentimiento negativo que no trae nada bueno. La generosidad es todo lo contrario. Te lleva a la felicidad que compartes con los demás.
De vuelta a casa, Margarita salió al jardín y se dispuso a plantar el pequeño abeto. Estaba oscuro y la luz de la Luna iluminaba el entorno. La niña alzó la mirada y quedó fascinada por su belleza.
-Me gustaría tenerte, le dijo con toda su candidez, para jugar contigo.

La Luna le sonrió y entendiendo su inocencia se fue acercando hacia ella hasta quedar en sus manos.
-Mi querida niña no puedo quedarme contigo. Sería muy egoísta por mi parte ya que privaríamos al resto del planeta de lo necesario de mi función en el desarrollo de la Naturaleza. A lo largo de millones de años he sido testigo mudo de vuestra evolución. Los terrícolas habéis alcanzado muchos logros en ciencia, tecnología investigación etc. para el bien de la Humanidad, pero el egoísmo del ser humano sigue estando vigente cada día con mayor fuerza. En vuestro agitado mundo de hoy es difícil entender la vida. La Historia de la humanidad no es como la queréis contar, es como la estáis haciendo día a día.

Tú, Margarita, eres muy afortunada, en el mundo hay niños a quien nadie le ha leído un cuento o regalado un osito, para ellos solo existe el sufrimiento como el hambre, los abusos, las guerras que los dejan sin familia ni hogar y solo comparten la sonrisa y la mirada limpia.

Ahora lánzame con fuerza y energía hacia las estrellas de donde vengo para volver a ocupar mi lugar en el espacio. Entra en casa y duerme, mañana tendrás un bonito despertar y te darás cuenta de la alegría de existir, mi pequeña florecilla.
Fin.

 El té de Navidad puede ser claro, oscuro amargo dulce en cambio para todos sigue siendo te. Lo mismo ocurre con la vida Unos pocos la viven de manera brillante. Otros con problemas unos optimistas o lo contrario Muchos con coraje para sobrellevar la vida a duras penas. Otros la viven pensando en el futuro y muchos se olvidan de vivir el presente que es más seguro Pero para todos sigue siendo la vida. Que cada uno saque sus propias conclusiones Hacer el escrito de Navidad exige mucha voluntad año tras año y siempre lleva una esperanza para reflexionar y encontrar la Paz poniendo mi pequeño granito de arena en ello ya que la vida me ha dado tres oportunidades. Como siempre dará la vuelta al mundo...


Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.


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