En la Navidad de 1913 todo parecía estar en orden: risas, dulces, regalos, fiesta. Pero más allá del sonido alegre de las campanas anunciando el nuevo año, un silencio inquieto se cernía en el ambiente. No podían imaginar el destino que le esperaba a tanta juventud. Una gran y nefasta sorpresa estaba por llegar. Mentes de gobernantes locos y ebrios de poder manipulaban para tener el control de todo. La barbarie de la primera guerra mundial sería un preámbulo de la segunda. Un siglo después de los hechos, vemos que el ser humano sigue vagando y asfixiándose en la avaricia del poder.
Las experiencias de las guerras sólo la pueden contar
aquellos que la vivieron y ya no están. Nosotros tenemos que mantener viva la memoria, ya que la
historia no admite más errores. De qué nos sirve la inteligencia si nos
destruimos mutuamente.
En el siglo XIII, en China, usaban proyectiles con pólvora en
cañas de bambú. Son las guerras tan viejas como el mundo. Tito Livio, en el
siglo III a. C. dijo: “Es mejor y más segura una paz cierta, que una victoria
esperada”. No aprendemos...
Las armas han evolucionado mucho en estos cien años. Fue en
el siglo pasado cuando más bombas cayeron sobre la tierra, vistiendo de luto y
sufrimiento a millones de madres.
La Humanidad no se merecía esa masacre. Las armas son un rico
maná para nutrir el poder de los gobiernos, pero esa mala energía queda
atrapada en el tiempo. Es un ejército invisible, con mucha fuerza que no se
destruye jamás... Con un arma el hombre se crece, sin embargo la palabra es la
médula de la vida y ésta no existe.
A pesar de nuestros avances tecnológicos en este principio de
milenio, no hemos crecido en humanidad ni en sentido común.
Nada ha cambiado, solo tenemos que ver la multitud de guerras
olvidadas que persisten en nuestro mundo hoy en día.
No podemos huir de esta realidad.
Siempre hay que abrir vías para llegar al entendimiento ya
que solo estamos de paso por este bello planeta azul.
La vida nos trae a este mundo y ella se encarga de llevarnos
a todos sin distinción de clases ni credos. Ni el poder más grande ni el dinero
nos sirven de nada.
Esa es la mejor democracia.
Todos sabemos que ningún bien vale tanto como la vida, la
libertad y la salud. La mayor de las tres, la vida que hay que respetar.
Tenemos que replantearnos la condición humana y saber a dónde
nos dirigimos.
¿Llegará el hombre a entenderse a sí mismo o es que no damos
para más?
El mundo se enfrenta en este siglo a una serie de retos: el
cambio climático, conservar la Naturaleza, la lucha contra el hambre, el
desarme nuclear, las epidemias… Y alcanzar la paz global que será el mejor
legado que les dejemos a las futuras generaciones.
¿Es difícil? Sí. ¿Es posible? También.
Las guerras siempre sacan lo peor del ser humano y hacen
avanzar la muerte. La paz protege y sigue feliz a la vida.
Confío en que a lo largo de estos años las conciencias se
iluminarán como árbol de Navidad y la Luz resplandecerá venciendo a la
oscuridad. El futuro no puede ser confuso. Hay muchas cosas que ver, sorpresas
agradables que vivir y contar en 2114.
La historia del ser humano siempre continuará su camino y el
reloj del tiempo seguirá con su tic-tac.
Hoy recordamos a los valerosos soldados de todas las
nacionalidades que nos dejaron en la flor de la vida en las dos guerras
mundiales y a millones de familias anónimos, víctimas de estos tristes
acontecimientos.
Cada país escribe su
historia y cada ser humano que perdió su vida la dejo sin terminar.
Este té, un año más da la vuelta al mundo felicitando la
Navidad y el Año Nuevo.
Nuestras energías y mi cariño para mi amigo Tony Mena,
superviviente del bombardeo de Pearl Harbour, a sus 95 años y con una gran
memoria histórica. Vive feliz en Florida junto a su esposa Jeannine.
Como siempre LINCA Litografía Insular Canaria nos ha
obsequiado un año más con los tradicionales marcadores de páginas.
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