Con ojos bien abiertos, con golpes de calor y sol
hemos recorrido hace un mes, una parte de Andalucía. Por último la bonita
ciudad de Marbella.
Marbella ha sido romana, árabe y cristiana. Sus
calles son pequeñas, edificadas según la arquitectura árabe mediterránea.
No todas las ciudades tienen la misma historia ni las
mismas cosas, ni las mismas calles.
Viajar te da cultura, cada rincón puede ser un
instante, pero la sensación perdura todo el tiempo que quieras. Después de nueve
años sin pasar por Marbella he notado con agrado, su verdor y la vida que
tiene.
A mí me seduce especialmente el casco antiguo de
Marbella desde la llegada de los fenicios hasta hoy.
La imaginación se hace patente viendo sus calles,
limpias, cuajadas de plantas y flores frescas con un gran ambiente de terrazas
y comercios.
Es una ciudad que canta y habla al tiempo.
Cuantas cosas se perciben sintiendo las piedras
debajo de tus pies.
Es la libertad del espíritu la que analiza cada
movimiento para encontrar la energía que cada ser va dejando por sus calles,
sus árboles, en sus iglesias y esa devoción por lo espiritual.
Las ciudades con historia hay que verlas, sentirlas
con el alma, para valorarlas más.
Me sentí a mis anchas. No dejen de pasar por “La Casa
del Té” a saborear un té diferente, en la calle Ancha nº 7, en la terraza, se sentirán
enamorados del entorno.
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