Para beber una taza de té especial en Navidad, toma tu
tiempo en compañía de la familia, amigos o por internet. Los momentos buenos
hay que cogerlos al vuelo para no perderlos. Cada uno en su mundo y con sus
circunstancias. Poneos cómodos, relajados, este té es diferente, espeso y claro
al tiempo.
Hoy voy a hablar de algo que deseamos alcanzar y tememos
al tiempo: la vejez…
Quise dejar para el final la isla de Fuerteventura por
ser la más antigua. La primera que emergió del Océano Atlántico empezando a
formarse hace unos 15 millones de años. Cuando visitas la isla no te deja
indiferente y te invita al regreso. Es muy atrayente, te fascina por sus
inmensas playas de arena fina, blanquecina, y su brillante luz.
La isla tiene una extensa ganadería caprina y elaboran
sus famosos quesos majoreros. Siempre que puedan no dejen de hacer una escapada
a Fuerteventura y visitar la montaña de Tindaya, que constituía un lugar
sagrado para la población aborigen de la isla, los Majos. Notarán su energía.
En 1924 la isla recibió la visita del ilustre escritor D. Miguel de Unamuno,
enviado al destierro por cuestiones políticas, quien supo disfrutar del tiempo
que duró su estancia en la misma.
Obra de Lucas de Saá |
Escribir sobre la vejez no es tarea fácil. Cada año el té
de Navidad es un tema distinto y un reto.
La vejez es un proceso natural de la vida, difícil de
asimilar. Todos queremos cumplir años, pero no llegar a viejos. El ser humano
tradicionalmente ha querido ser eternamente joven, como nos recuerdan muchos
mitos. El retrato de Dorian Grey lo refleja muy bien. Los años han de verse de
frente y no de reojo. Todos tenemos que asumir el paso del tiempo; a veces se
esquiva, pero no se esconde.
El secreto de verse o sentirse mayor es saber aceptarse a
uno mismo. Una cosa es el espíritu, que es inmortal, se mantiene joven, te
motiva, te da fuerza, coraje… empujándote a hacer múltiples actividades; y
otra, bien distinta es el cuerpo, una envoltura agradable de ver que se
deteriora con el paso del tiempo, aunque lo cuidemos.
No podemos pensar que en la senectud la vida se acorta,
eso hay que rechazarlo. Uno se puede volver viejo a cualquier edad. Una vida
vacía carente de substancia da pena, por tanto llenémosla de optimismo y
alegría, nos irá mucho mejor. No olvidemos que es un privilegio llegar a ser
mayor. Una persona que no llega tiene pocas experiencias que contar. Es la edad
dorada, por tanto. Si no la disfrutas, es lo que te pierdes.
No hagamos que el tiempo del que está hecha la vida se
nos quede corto. Por cierto, ¿cómo lo llevas…?
En la mirada y en el corazón del anciano anida la
curiosidad por la belleza, el respeto y el sentido de la vida. Nuestros mayores
son una referencia para los que vamos llegando a la longevidad. En la
antigüedad la vejez era muy apreciada, se le rendía honor y debería seguir
siendo así. Hoy, gracias a los mayores las familias salen adelante a pesar de
la crisis, para vergüenza de los políticos. Los mayores nos demuestran que
tienen alas y aire para elevarse por uno mismo y los demás.
A los veinte años los segundos transcurren deprisa, a los
ochenta se ven más lentos pero su paso es el mismo. Con veinte la vejez queda
lejos, se está en la flor de la vida, todo es hermoso y conlleva grandes dosis
de sueños e ilusiones. Se tiene todo el tiempo por delante para explorar la
vida, vivirla y dejar huella. Los mayores poseen en general la serenidad y
sabiduría que da la experiencia de haber visto numerosas primaveras; la
juventud es impulsiva y llena de energía, a veces tiene pajaritos en la cabeza
que al final vuelan.
Parece que fue ayer cuando muchos de nosotros estábamos en plena juventud, hoy perdida, pero siempre, siempre, vivida. El ser humano sigue soñando con la máquina del tiempo, con el ideal de esa esperanza de vida que ha ido aumentando en los últimos años; muchas personas a cierta edad se preocupan por el reloj biológico mientas que otras son esclavos del tiempo, pero se les olvida vivir y disfrutar del que tienen. Solo la madurez junto con las arrugas de los años vividos es lo que nos avala.
Hoy existen trucos para retrasar el envejecimiento, no así el tiempo. No importan las arrugas, lo importante es ser feliz, tener una mirada limpia y una conciencia tranquila. La felicidad en la ancianidad es el desapego de las cosas, es cuando se ha entendido sin duda alguna la realidad de la vida que es una, frágil y fugaz. Por mucho que dure, tan solo es un instante en el tiempo.
La existencia también es imaginación y creatividad: si la creas, la vives, así de sencillo. Cuántas veces hemos oído decir: “Si tuviera otra oportunidad…”, o “si pudiera congelar el tiempo”...
Parece que fue ayer cuando muchos de nosotros estábamos en plena juventud, hoy perdida, pero siempre, siempre, vivida. El ser humano sigue soñando con la máquina del tiempo, con el ideal de esa esperanza de vida que ha ido aumentando en los últimos años; muchas personas a cierta edad se preocupan por el reloj biológico mientas que otras son esclavos del tiempo, pero se les olvida vivir y disfrutar del que tienen. Solo la madurez junto con las arrugas de los años vividos es lo que nos avala.
Hoy existen trucos para retrasar el envejecimiento, no así el tiempo. No importan las arrugas, lo importante es ser feliz, tener una mirada limpia y una conciencia tranquila. La felicidad en la ancianidad es el desapego de las cosas, es cuando se ha entendido sin duda alguna la realidad de la vida que es una, frágil y fugaz. Por mucho que dure, tan solo es un instante en el tiempo.
La existencia también es imaginación y creatividad: si la creas, la vives, así de sencillo. Cuántas veces hemos oído decir: “Si tuviera otra oportunidad…”, o “si pudiera congelar el tiempo”...
Pero ese es un sueño en vano. Por tanto, hoy puede ser el
primer día de tu vida, no dejes de aprovecharlo. Disfrutemos de ese tiempo de
nuestra vida felicitándonos por haberlo alcanzado.
Recordemos a Platón: “La
belleza es del alma. No importan los años”. Las tardes de té brotan de la
rutina de mi existencia y siempre será un grato recuerdo para todos. Toda una
vida recibiendo en casa deja muchas huellas. Feliz Navidad y paz.
Como una culminación de lastardesdeté dedicadas a las Islas, los marcapáginas de la
Editorial Linca, que han viajado por el mundo, este año hemos tenido el honor
de la participación del genial pintor Lucas de Saá con una de sus obras.
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