jueves, 6 de noviembre de 2025

Té de Navidad 2025

 Me encuentro en Bordeaux (Francia), una ciudad con encanto, llena de vida, con muchas plantas y árboles por todas partes. Todo está bien cuidado, las calles limpias, y quienes la visitamos la respetamos. He conocido personas con una educación exquisita. Volveré.

Frente a mí se alza el Château de Bourran, en Mérignac, con unos jardines inmensos donde todos disfrutamos paseando y nutriéndonos de la energía que desprenden los árboles majestuosos.

Ya en casa, falta poco para celebrar la Navidad. Un año más, os doy la bienvenida a este té, para compartir mis inquietudes sobre las noticias que vemos y oímos. Además, tenemos unas pastas variadas en vitaminas de amor, ilusión, generosidad, cultura, alegría y muchas energías para disfrutar en compañía de la familia y las amistades.


 Las emociones, en momentos como estos, nos alcanzan a todos. Nunca el té ha sido una voz en el desierto... pero sí el hombre que fomenta las guerras: ese sí que es un desierto estéril, por su comportamiento repleto de soberbia, ego y poder.

La meta de las tardes de té es la paz, la libertad, la esperanza y los valores que defienden un planeta mejor y más verde. No podemos ignorar lo que está pasando en el Mundo.

Se necesita un cambio de mente y de vida; si no lo hacemos nosotros, la propia vida lo hará con urgencia en pocos años, y entonces el futuro será extraño.

Si no tenemos cabeza ni somos responsables, los pasos nos llevarán por caminos sorprendentes. Si destruimos la vida en este hermoso trozo de tierra en el que vivimos -con tantas guerras, contaminación, deforestación, invasiones...- ¿cómo acabaremos?

Y, aun así, pretendemos ir a otros planetas con las mismas credenciales. ¡Qué ilusos!

¿Cómo respondemos los humanos a la vida qué es un regalo único y maravilloso? Quitándoles a nuestros semejantes las suya, violando las leyes de la propia existencia. Mirar atrás nunca ha sido en vano: la historia nos enseña a analizar las consecuencias, pero no aprendemos. Llevamos un cuarto del siglo XXI y seguimos igual. Como nos recuerda el poeta romano Juvenal: “Nadie se hace malvado de repente”.

Algunas personas parecen llevar en los genes el fanatismo, la codicia y la ambición desmedida: su seña de identidad. Como bien sabemos, el odio siempre trae oscuridad para los que sufren las guerras. Más se gana enseñando que odiando. Y, sin embargo, continúan en una espiral destructiva, acabando con los inocentes como hizo el rey Herodes. ¿Hasta dónde puede llegar el límite de algunos gobernantes? Hace 2000 años, Poncio Pilatos habría de pasar a la Historia solo por lavarse las manos. Hoy día muchos de los que gobiernan deberían lavar sus conciencias. Olvidan que la vida es un bumerang: lo que hacemos nos viene de vuelta. Tarde o temprano

Dicen los árabes: “Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una conversación”. Hoy día esas palabras parecen olvidadas en un mundo lleno de tensiones.

Voy a resumir un cuento: Dos mercaderes rabinos llegaron a una ciudad y se dedicaron a vender joyas.

Uno ofrecía perlas y piedras preciosas; el otro, bisutería.

—¿Quién crees que reúne a más gente? —preguntó uno.

—Desconozco la respuesta, compañero —contestó el otro.

—Evidente —dijo—, vende más el que ofrece bisutería, porque eso es lo que la mayoría puede comprar. Y así es.

Este cuento oriental nos enseña una gran lección: de poco sirve decir verdades claras si no están al alcance de quien las escucha.

Jesús de Nazaret dijo: “Si yo callo, hablarán las piedras”. Y el mundo ha hablado, manifestándose contra las guerras. Dejo constancia del genocidio en Gaza y de las demás guerras que azotan a la humanidad.

Nuestras energías van para todas las personas de buena voluntad que se han manifestado por la paz y el fin de los conflictos. Donde hay sueños y proyectos, hay vida.

Estas palabras me las recordaron cuando mi marido y yo fuimos invitados a visitar la Sede de Naciones Unidas, en el año 1988. Os invito también a leer el escrito Carta a la Vida, del pasado mes de julio.

Les sorprenderá. FELIZ NAVIDAD

Mi marido y yo delante de la Sede de Naciones Unidas

Cuánta energía había alrededor de esta mesa. Me gustó.

 

lunes, 1 de septiembre de 2025

Carta a la Vida: 80 veranos en un susurro de luz

 Buenos días, Vida:

Son las cuatro de la mañana. Mi reloj biológico, sabio en su quietud, me susurra que es el momento para meditar. Este 18 de julio de 2025 me he despertado como una recién nacida. En estos instantes, ¿con quién puedo dialogar tan temprano, si no es contigo?

Estar viva es un privilegio. Tenerte aún a mi lado, compañera incansable, es un regalo. Como aquel primer día en que vi la luz en Tánger, me aferro a ti con asombro. ¿Qué podría decirte que tú no sepas?

 Tú, Vida, palpitas con todas tus fuerzas, impones tu ley, decides el tiempo, y eso es irrevocable. Gracias por lo que me toca. Gracias por lo que permanece.

Hoy me gustaría adentrarme en las profundidades de mi evocación, descendiendo lentamente, con precisión, como en un batiscafo silencioso. Me sumerjo en mi memoria, me dejo caer hasta el fondo de mi existencia. Y allí, contigo, contemplo estos 80 veranos vividos, que no son pocos.

Quiero ser honesta conmigo misma, aunque lo que diga pueda parecer extraño. A mi edad, siento que cada día es un nuevo amanecer. Los acontecimientos seguirán su curso -ni tú ni yo podemos detenerlos- pero me acompaña la certeza de tu presencia constante. Has estado tanto tiempo conmigo…

A veces te has deslizado deprisa; otras, te has demorado como el viento en la copa de un árbol. Ha sido un largo recorrido, salpicado de sombras y revelaciones.

Debo confesar que en ocasiones pensé que te olvidabas de nosotros, tus hijos. Pero no. Nunca olvidas.

He sentido tu mimo, tu cuidado secreto, como un susurro que no cesa.

Hoy, con la mente lúcida y mi capacidad intelectual aún acorde con los tiempos, he decidido contar un hecho que me ocurrió en el siglo pasado y que marcó mi ser. Porque al final, los años que uno vive no cuentan tanto como el contenido de las experiencias que ve, siente y atraviesa.

En el año 1964, Vida, me hiciste un regalo poco común. Me escogiste y me sorprendiste con semejante agasajo. Ese evento sin fronteras marcaría toda mi vida desde entonces y nada volvería a ser igual. Esa vivencia me dejó apenas una chispa de tu sabiduría, la suficiente para entender cómo gira el mundo, este planeta hermoso que lentamente estamos destruyendo con nuestra ignorancia.

Cuántas noches, en mi salón, me he quedado escuchando tus llantos, tus pausas, tus silencios… Curiosamente, tus latidos eran los míos. Eres un misterio inmenso, fascinante, que nos observa, pero solo nosotros, los seres humanos, somos responsables de nuestras adversidades. Dueños de nada. Y al final, polvo y cenizas.

De ahí que debamos preguntarnos por esos gobernantes que no ven hacia dónde se dirige el mundo con su conducta, y que tampoco poseen la lucidez para comprender los obstáculos que ellos mismos generan. Y si bien hemos tenido a lo largo de la Historia momentos inciertos, el actual, parece el más terrible. Urge reflexionar mucho, profunda, rápida y honestamente.

Existen numerosos caminos posibles para el bien de la humanidad. No es fácil alcanzarlos debido a intereses creados de forma errónea. Pero, aun así, tenemos herramientas. Nuestra mente, subestimada tantas veces, es más útil de lo que muchos piensan. Puede ser frágil… o la más grandiosa de nuestras posesiones. Considero que la meditación, la visualización, unidas a la emoción y la seguridad, son la clave, y están al alcance de todos.

Permíteme ahora detenerme en ese episodio. Salir al astral es algo que ocurre de forma natural al dormir, pero hacerlo de manera consciente no es nada fácil. Fue esa1noche de 1964 cuando tuve mi primera experiencia. Nunca la olvidaré.

Dormíamos en la habitación de un hotel. De repente, sentí una fuerte sacudida que atravesó todo mi cuerpo. Me encontré en medio de la habitación, como flotando en ese espacio que recorrí lentamente, mientras observaba a mi madre dormir plácidamente. Me veía desde afuera, acostada en la cama. Y en un instante de vértigo, a toda prisa, regresé.

 Me desperté sobresaltada, en estado de shock. No entendía nada.

Con el tiempo, supe que lo ocurrido no fue casual. Aquel episodio extraordinario no fue un accidente. Fue una apertura. Una prueba para fortalecer mi espíritu, que desde entonces me guía con ternura.

Debo reconocer, humildemente, que mis experiencias han sido muy interesantes a lo largo del tiempo y todas me han hablado de ti. ¿A quién no le gustaría volar con libertad, sentirse ligero como un pájaro y atravesar paredes? ¿No sería genial?

Por último, Vida, me has dado mucho. Dos hijos hermosos, que son mi orgullo; una gran familia. Alegrías, lágrimas. Fuerzas para enfrentar la enfermedad, y la dicha de haber sido cuidada por médicos brillantes, de los que aún confían en la sanidad pública como vocación sagrada en el sistema de la Seguridad Social española.

Me has compensado. Me siento profundamente agradecida.

Esto es lo que recojo de mis 80 años… Un puñado de verdades susurradas, para compartir en las tardes de té.

Os deseo a todos una vida larga. Que respetéis a la Naturaleza, que os dejéis deslumbrar por el color verde, ese que es símbolo de la existencia, nunca de su negación.

Y mientras escribo esto, el alba ya asoma. Vida, sigues aquí, latiendo en mi té caliente y en mi silencio.

Gracias.

 

 

 

martes, 22 de abril de 2025

Hoy es el cumpleaños de la Tierra

 

Cada acto en la vida lleva implícita una búsqueda de lo verdadero. Se nos olvida que todos estamos conectados a ti. Sin ti, no somos nada.

Cada uno de nosotros es un átomo, una partícula del universo. Si no sentimos la relación con la naturaleza y no la valoramos como lo más bello que podemos disfrutar toda nuestra vida... Los campos, las montañas, el mar, las flores, los animales, la lluvia, las estrellas, la luna, el sol…

Los humanos estamos perdiendo el equilibrio, y nos estamos acostumbrando a lo negativo. Vivimos momentos de incertidumbre, de locura… Pero ¿qué pasará cuando el clima de la Tierra se altere o suceda un gran terremoto devastador? ¿Quién nos verá correr de un lado a otro, como hacen las hormigas? Pero ellas están bien preparadas.

En 1969, experimenté esa sensación de miedo, con mi hijo de dos meses en brazos, a las dos de la madrugada en la calle. Para olvidar…

Me viene a la mente algo que me impactó de niña: cuando íbamos al campo, me sorprendían tantas cosas…Las florecillas, el canto de los pajaritos y los hormigueros me fascinaban. Un día, un niño inconsciente golpeó uno con la punta del zapato. Las hormigas se descontrolaron, iban de un lado a otro, y nosotros nos reíamos. Pero, en mi pequeño corazón, yo sabía que aquello no estaba bien. De regreso a casa, se lo conté a mi madre.

Ella me riñó y me dijo:

—Eso no se hace. Las hormigas son muy inteligentes, grandes trabajadoras, y cumplen su función. Hay que respetar la naturaleza.

Sus palabras quedaron grabadas en mi mente para siempre. Tenía cinco años. Como era verano, por las noches salíamos mi hermana y yo al jardín de la villa a correr detrás de las luciérnagas, su luz nos hechizaba Quería atraparlas, pero recordaba las palabras de mamá.

Hoy día, ya no veo ninguna en el parque que está cerca de casa. ¿Se habrán extinguido por culpa del ser humano? ¿Como se ha hecho con otras tantas especies?

Por eso, algún día, el mundo se tomará un té en silencio, mirándose a sí mismo.

 Esta es mi reflexión.

Mi madre, mi hermana y yo.