En
cierta ocasión le pregunto el discípulo al maestro chino acupuntor.
-Maestro, ¿cómo sabes encontrar el punto
para poner la aguja?
El
contesto-
- ¡Qué tonto eres¡, exclamó. El punto emplaza
siempre a la aguja.
Lo mismo me ocurre al llegar estas fechas.
La Navidad me llama a su cita anual, y al igual que las bailarinas danzan con las
puntas de sus pies, lo hago escribiendo. Cuando cojo una hoja en blanco le doy
más importancia a lo primero que se me viene a la mente. Como bien decían los
antiguos egipcios no es un lugar de paso.
Servir una taza de té en Navidad en casa,
es hacer llegar a la familia y a los amigos una energía renovada que rejuvenece,
que llena de vida a cualquier edad. Mucho más si se degusta acompañado de pastas
orientales o de otro tipo. Es como hacer una cadena de meditación, una fórmula
de salud integral, de equilibrio de paz, mente, cuerpo y espíritu...
Hoy en día, no todo se reduce a la tecnología,
los móviles, la inteligencia artificial o los viajes espaciales entre otros. Y
sin duda representan un gran avance en la evolución de la humanidad; más bien son
las consecuencias de las malas políticas lo que pone en peligro la vida de
todos los seres que vivimos en el planeta.
Los expertos nos advierten de que el
futuro no es nada halagüeño. Es urgente, útil y necesario que cambiemos
radicalmente nuestra conducta. El ser humano es como un dios cuando sueña y un
mendigo estando despierto. En ocasiones, las ideas se transforman en pesadillas
cuando carecemos de visión de futuro. Si convertimos la vida en una búsqueda
obsesiva de dinero, poder y vanidades perderemos su verdadero sentido. Pasaría
a ser una existencia vacía, en la que nos acecharían las trampas y caeríamos
fácilmente en ellas. La revolución de la conciencia, imperceptible, tiene que
ser a nivel global; eso sería, en mi opinión, un gran paso para la humanidad en
la actual era del conocimiento.
Se atribuye al célebre filósofo Confucio, fallecido
en el 479 a.C., que: “Si hay armonía en el hogar, habrá orden en la nación, si
hay orden en la nación, habrá paz en el mundo”. Las guerras son la herencia de
nuestro pasado y muchas personas las llevan en su interior. Todas estas
barbaridades que se siguen haciendo en muchos países nos demuestran que seguimos
siendo unos locos acomplejados con ansias de poder. el clavo que sobresale a
modo de protesta o de cambio, como reza un dicho anónimo, siempre recibe un martillazo.
La vida no es un juego, es un derecho y nadie tiene que arrebatarla Nuestro fin
es sobrevivir, no ser aniquilados. Será nuestra evolución interior la que gane
la apuesta, luz o tinieblas.
La decisión es solo nuestra, ahora que
hemos entrado en una nueva era para bien o para lo contrario. Ojalá que,
mirando a las estrellas, los gobernantes de todo el mundo y nosotros mismos renovemos
la conciencia en torno a todos los errores que les hacen/hacemos al planeta con
nuestras decisiones. Tenemos que ser guardianes amorosos y agradecidos a la
Tierra, pues de lo contrario ella se convertirá en nuestro verdugo. Somos
conscientes de la existencia de determinados recursos económicos contaminantes,
ante los cuales algunos gobernantes prefieren mirar hacia otro lado… si pertenecen
a la esfera de los intereses privados.
Buscamos personas serias, honestas, comprometidas
para no seguir maltratando el medioambiente en el que vivimos. No deseamos padecer
las consecuencias resultantes, como la contaminación del aire que respiramos, del
agua que bebemos y de los alimentos que consumimos, Ciertamente no deja de ser paradójico
que, a pesar de tantos avances tecnológicos y sociales, los científicos insten,
y con razón, a disminuir las emisiones de dióxido de carbono para evitar
impactos incluso a niveles mentales. Como sabemos, la atmosfera está perdiendo
CO₂, un aspecto sumamente serio y grave. La rápida transformación que
experimentamos en la actualidad debería motivarnos a pensar, analizar y
reflexionar sobre nuestra relación con la
Naturaleza
y el trato, o más bien, el maltrato, que ejercemos sobre ella.
Considero que los latidos de la madre
Tierra resuenan en el Universo y que esa energía se transmite en forma de lágrimas
amargas. Inundaciones que causan estragos, Sequías que merman cosechas,
terremotos que destruyen poblaciones, huracanes…todo ello, en cierta medida,
simboliza ese sentimiento. Aunque nos sorprenda cuando se enfurece, no aprendemos.
La Tierra tiene el tiempo a su favor, a diferencia de nosotros. Por dicho
motivo, deberíamos aplicar políticas sociales más coherentes si queremos lograr
un mundo más verde y con menor grado de contaminación; plantar más árboles y evitar
su tala sin una proyección de futuro.
Un tremendo error que únicamente nos
aporta energías negativas. Existe una urgente necesidad de una mayor conciencia
ecológica si queremos que las siguientes generaciones puedan disfrutar, como
mínimo, de los mismos escenarios y paisajes que nosotros.
Evitemos que los niños y niñas de hoy
sufran la ignorancia y la codicia de quienes mal gobiernan. Si nos detenemos a
ver la Tierra es única y preciosa. Todos sensibilizados con el Planeta para que
mañana nuestras lagrimas sean de dicha y así celebrar un cambio positivo. Si tiene
éxito, perfecto; y si no, al final siempre nos quedara el vínculo con las
estrellas y la Luna, para la reflexión hacia la esperanza dentro de esta
inmensa locura que es el mundo en el que vivimos. Solo queremos Paz y pan.
Nuestras energías van este año con un inmenso
abrazo para la madre Tierra.
Cada año la ONU recibe el escrito de
Navidad. Espero que todos los países que lo componen dialoguen. Solo la
diplomacia sustituye a las armas.