lunes, 2 de diciembre de 2019

El cuento de las raíces vivas de Navidad


Érase una vez un grupo de jóvenes amigos aventureros, inquietos y respetuosos con el medioambiente que decidieron volver al bosque de su infancia.

Partieron a media tarde. El día era apacible. Los cuatros caminaban en silencio, mientras cada uno recordaba sus vivencias. Daniel Becerra, como arqueólogo y antropólogo, rompió el mutismo:

–Esta Navidad tiene que ser super ecológica. ¡Debemos tomar conciencia urgente para conseguir un Planeta limpio de contaminación de una vez por todas! Antes hay que sembrar con decisión: la recompensa estará en el esfuerzo común. Nada tiene más resistencia que la propia voluntad, nos jugamos mucho de cara al futuro de la humanidad, pero la vida no es un juego. Todos formamos parte del mundo y estamos interconectados a él.

A nivel de conocimiento sí que hemos evolucionado, bastante rápido en poco tiempo, pero a nivel humano no.  Es casi seguro que las personas sentiremos un gran vacío si seguimos en la misma línea. No estamos preparados para lo que se avecina, no vemos la realidad. El planeta nos ganará la partida siempre. Cuando se produce un terremoto o un tsunami ¿qué hacemos? Buscamos refugio. Nadie le podría hacer frente.

Resulta paradójico el poco valor que se le ha dado al trabajo de los investigadores en todos estos años en lo que atañe al cambio climático. Hoy día es una gran amenaza, que no es virtual. La Naturaleza, cada día, nos brinda razones para vivir y disfrutar de este bello mundo. Tristemente unos pocos eliminan a muchos y esas malas energías tarde o temprano cobran vida y se vuelve en contra...

Tras finalizar con su breve análisis, Daniel, dirigiéndose al joven médico Antonio Bechara le dijo: y tú, ¿qué piensas? 

¬–No quiero quedarme con los brazos cruzados comentó Antonio. Tenemos que relacionarnos más con nuestra esencia, como nos enseñaron nuestro padres y abuelos, no dejándola de lado. Necesitamos un giro radical en nuestro proceder, tenemos una responsabilidad con nosotros mismos, fomentar en la sociedad el cuidado de los bosques, cultivar la tierra, el mar limpio de plásticos, productos radioactivos y todo tipo de residuos que perjudican seriamente nuestra salud y la de los habitantes de sus aguas.  Lo que cada uno hace importa– les señaló a todos.

A Buda se le atribuye la frase que reza: si podemos descubrir qué es nuestro cuerpo y mente, habremos descubierto lo que es el mundo, porque todos los elementos del Universo están en nosotros. De ahí que podamos deducir que tenemos dos opciones, apostar por la Naturaleza o dejarla de lado con sus consecuencias que no son nada halagüeñas.

Antonio le dio un toque en el hombro a Sergio, hermano de Daniel, que parecía absorto:

¬–¿Y tú?, ¿qué opinas?

–Mientras os escuchaba visualizaba el mundo con mi avioneta. Cuando surcos los cielos como un pájaro, veo lo maravillosa que es la vida y todo lo que tenemos a nuestros pies, considero que el mundo está lleno de personas de bien, de ondas positivas que están en todas partes y más en nuestro interior… siempre que haya armonía y paz como la que experimento mientras vuelo. Percibir estas sensaciones no es complejo. Basta con practicar la meditación, que en el fondo es la cultura de la mente. Unos minutos de relajación vienen a representar para el espíritu una información tan valiosa como para un rey su corona. Como indica un antiguo proverbio árabe: los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego. Lo que se ama sin duda se valora e intenta por todos los medios proteger y el mejor ejemplo son los hijos. Si les inculcamos a los niños el respeto a la flora y la fauna a valorar todo el entorno, crecerán en sabiduría y conocimientos. ¿quién se encarga de rubricar hoy día los valores?

Mientras hacían un alto en el camino, Sergio miró a Betty Miller que, sentada en su fiel y tradicional cojín, ese que la acompañaba a todas partes -incluso al dentista-, le dijo:

–¿Tú que crees?– . 

Ella, sonriendo, comentó:
–Soy observadora y analizo todo lo que veo pienso y siento. Con lo hermosa que es la Naturaleza… ¡cuánto hacemos por destruirla! No nos la merecemos. Desde mi perspectiva todos somos huéspedes de este planeta que, según la Ciencia, se encontraría al borde de la sexta extinción, hecho altamente preocupante. No estamos ante un cuento.

El afamado José Saramago decía: “Cuanto mayor soy, más radical me hago”. Ser radical es ir a la raíz, ser coherente. Este escritor en su discurso en Estocolmo, al recibir el premio Nobel, dijo algo que emocionó al público presente. Recordó a su abuelo en Portugal quien, antes de morir, pidió a sus hijos que lo llevaran en su silla de ruedas al huerto para despedirse de los árboles, tocarlos, acariciarlos, verlos por última vez y así poder descansar en paz. Hoy día los avances tecnológicos nos llevan a olvidar el verdadero valor de las raíces. Sin embargo, las plantas aman la existencia y fijan sus propias raíces seguras en la tierra que les da su sustento y crecen sabedoras de dar vida y cobijo a otros seres. Cuando te comunicas o abrazas a un árbol dejas como un soplo de lo divino de tu alma y esa energía se siente, se vive, no se pierde jamás como tampoco la que tu recibes. 

Betty sonriéndoles de nuevo a los tres, continúo diciendo:

–Os invito a leer este libro que tengo en mis manos. Está escrito por un antropólogo, Bruno Latour, y se titula Donde aterrizar–. Y así, retomaron la marcha.

Un rato más tarde el grupo observó en el horizonte una línea marrón que le resultó extraña. Al llegar vieron que los árboles estaban despojados de sus hojas y ramas, solo eran troncos secos. En todo el bosque ya no había voces, ni risas, ni olores, ni sonidos, ni aire puro y, mucho menos, agua. Del espacio que un día fue parte de sus juegos infantiles, no quedaba nada. Sus caras confirmaban sus emociones.

Daniel comentó: ¡Vámonos!, no hay vida, ¡qué tristeza!. 

Cuando iniciaron la marcha, un extraño viento les incitaba a volver la vista atrás. Caminaban deprisa, se sentían perseguidos, pero ¿por quién? No había nadie. Poco a poco comenzaron a mirar de reojo. Inquietos volvieron la cabeza y vieron algo sorprendente, sin sentido aparente.

Una gran tropa de troncos de árboles iba hacia ellos, arrastrando sus raíces con gran fuerza.
–¡Están vivos, gritó Sergio! 

Un viejo roble, al tiempo que se alzaba orgulloso, les dijo: 

–¡No temáis! Somos los tesoros de la Naturaleza que tenéis que proteger, los dioses vivientes en este planeta os cedemos nuestra generosidad. Como veis un árbol aún sin hojas, ni ramas, sigue siendo árbol. Ya no damos sombra ni cobijo y menos frutos, los pájaros ni se posan en nuestros troncos y huyen de nuestro lado, solo nos queda nuestro espíritu y la poca energía que pervive en las raíces. 

Cuando erais pequeños esta zona lucía verde y frondosa, llovía en abundancia y cuando soplaba el viento nuestras copas se unían, balanceándose en una exaltación y nos sentíamos alegres por la afinidad ya que nos abrazábamos y nos juntábamos para comunicarnos. Pero los humanos… nos prendéis fuego y esto que podéis ver es el resultado de vuestra actitud nefasta en la misma medida que la aceleración sobre el cambio climático que experimentamos. Os gusta ir cómodos en el coche o el avión, pero no pensáis que lleváis parte del bosque en la parte más cercana a la tierra, las ruedas. ¿Acaso desconocéis que el caucho sale de las entrañas del brasileño árbol de la Shiringa o Seringueira? ¿Y qué me decís si por algún casual os faltasen los centenarios olivos, las alimenticias higueras, los maravillosos naranjos…?

Nosotros absorbemos el CO2 como ninguna maquina moderna podría hacerlo. Por tanto, necesitáis más árboles y cabezas pensantes de líderes con conciencia… que de esto último estáis escasos. Nosotros seguiremos aquí… tenemos recursos para limpiar vuestras basuras y sobrevivir. No nos vamos a adaptar a vuestros abusos por codicia. No podéis arrasar la Tierra contaminándola de esa manera, si hasta los residuos plásticos se encuentran en el cuerpo humano. Un hecho demasiado grave como para querer ignorarlo. El planeta os está poniendo a prueba, está esperando que cambiéis de postura ¡Ojalá lo consigáis! ¡Así la humanidad podrá volver a soñar otra vez!

Qué futuro les espera a vuestros niños y niñas. La joven GretaThunberg ha visto en su corta edad lo mejor y lo peor del ser humano, lo mismo que millones de jóvenes de todo el mundo. Ella ha tenido el coraje –para vergüenza de los gobernantes que no hicieron nada en el pasado ni lo están haciendo hoy– de romper las reglas que le han sugerido. Que nadie os detenga, lucháis por vuestro futuro, ese que os pertenece más que nunca. ¿Qué más os puedo decir a vosotros cuatro? Marchad tranquilos a contar a los cuatro vientos este cuento de la gran verdad.

Fin.

Feliz Navidad con mis mejores deseos de Paz y vida.

martes, 27 de agosto de 2019

Cumpleaños en Paris, 2019







De vuelta en casa, voy a compartir con vosotros el día de mi cumpleaños, el 18 de Julio, que este año por azares de la vida me tocó vivirlo en París. Tras soplar las velas imaginarias y con los ojos brillantes por la emoción, me dispongo a daros las gracias por vuestra felicitación. Estas fueron las palabras que escribí por WhatsApp y ahora lo hago por lo que hoy conocemos por redes sociales.

No le doy importancia si te felicitan o no, eso es secundario. Lo grato es compartir esos momentos con la familia y los amigos que están cerca y lejos, es otra forma de repartir felicidad y recibirla. El regalo que me tenía reservado el destino era poder sentir ese día el viento en mis oídos desde lo alto de la Basílica du Sacre Coeur, un lugar especial donde se concentra la energía telúrica. Posteriormente fuimos a visitar a unos amigos muy próximos, Marie Rose y su esposo Elías, y a continuación nos invitaron a visitar la Iglesia Libanesa escenario de paz con unas vidrieras curiosas que les recuerda su país de origen. 

Una pareja al día siguiente, Michelle y Rene, me trajeron una tarta con unas velas tan grande como sus corazones. Fue una tarde linda para recordar y valorar…

Esa noche mi mente se remontó al año 1983. Entonces mi hermana, Conchy, y yo celebramos su cuarenta cumpleaños en un pequeño restaurante, Ou cadet de Gascogne, del popular, pintoresco y cuna de artistas inolvidables barrio de Montmartre. Por sus callejas y su plaza puede observarse su gran pasado y, sin duda, sienta bien volver al lugar donde uno ha disfrutado, como en aquella ocasión. Hay algo extraño en el lugar, con tantos genios deseando mostrar su arte y perfección a lo que se suma la herencia de tiempos anteriores. Es todo un lujo pasear y contemplar sus gentes, su entorno, su cultura... Cuantas veces con mi marido caminamos por esta bella capital con un cielo gris y su característica lluvia, pero siempre con luz. Rica en Historia, en museos, con grandes bulevares, cuna de los perfumes, icono de la moda, visitada por millones de personas y parejas románticas de todo el mundo…qué decir que no se haya dicho ya de París.

Los viajes nos hacen rejuvenecer física y mentalmente, transforman la forma de pensar y permiten ampliar nuestros horizontes. No obstante, los recuerdos afloran una vez más. Recordar es sosiego cuando se ha vivido en plenitud con una gran persona como fue Francis, mi marido. No poder traer a la memoria, refrescarla y sentir, sí que es aterrador. He tenido la fortuna de visitar la capital francesa más de una treintena de veces y nunca se la conoce del todo, ese es su atractivo. 

Recuerdo una noche del mes de Abril del año 2000 cuando nos encontrábamos paseando por debajo de la Tour Eiffel con una temperatura muy baja, característica de la fecha, pero encantados de la vida, teniendo al viejo monumento como testigo mudo de nuestra felicidad. Esa noche nos reímos tanto y lo pasamos tan bien que al final ni éramos conscientes del frío a nuestro alrededor. Por otros motivos habíamos decidido brindar bajo sus pies. Al principio Francis no podía abrir el champagne por los guantes, pero cuando lo consiguió llenamos las copas de cristal, alzamos la vista a esa maravilla de la ingeniería y brindamos una amiga, mi hermana, Francis y yo. Esos momentos siguen vivos en mi corazón y nunca los podré olvidar.

Grande y majestuosa en todas sus formas, la Tour Eiffel no nos mostró esa madrugada sus secretos pero si su seducción. En esos momentos se creó un sentimiento especial, único entre ella y nosotros. Mirandola de nuevo le prometimos volver una y mil veces. Como decían en la conocida Casablanca, “Siempre nos quedara París”.

A mis 74 años me siento bien con lo que me rodea, no necesito ni más ni menos para afrontar los retos que se me puedan presentar en esta etapa de mi vida, al tiempo que seguir escribiendo para el blog de las tardes de té. Quiero continuar siendo un espíritu inquieto, despejado y reflexivo. El tiempo lo dirá. 

Esto no es más que una pincelada de un día que fue distinto a los demás.

Mil gracias corazones.

miércoles, 19 de junio de 2019

Orquídeas secas




Como cada año disfrutamos de la belleza de las orquídeas, de su energía, armonía, juventud y alma. La otra parte de la realidad es ver la posibilidad de sacar partido a lo que ya fue, es decir, a pesar de estar secas, tienen mucha alegría y vida aun. Lo mismo nos pasa a los humanos. Es otra etapa de la vida, una faceta donde si uno es consciente de su realidad lo puede aprovechar para uno mismo y los demás.
Las flores podrían estar en la basura y, sin embargo, se encuentran decorando un cesto con una bonita planta. Lo mismo podemos hacer las personas que hemos superado los setenta u ochenta, aprovechar el tiempo que es lo más valioso que nos da la existencia. Todos nos aferramos a él, a los momentos que vivimos, ya que si nos falta no somos nada, no hay latidos en nuestro corazón, ni oportunidad de soñar, viajar, disfrutar... Por tanto, sería mucho más aconsejable gozar de la familia, los amigos y de todo lo que nos rodea.
La actitud positiva es la que nos mantiene vivos, la queja no nos conduce a nada, y sin duda la vida nos sorprenderá a cada instante. Si nos valoramos a nosotros mismos, nos sentiremos útiles. Adornaremos nuestra existencia como con las orquídeas secas pero vivas, en el cesto que todos traemos al nacer y que hay que rellenar, antes de partir, dando nuestra energía en el esplendor de la vejez. No olvidemos que la energía no se destruye solo se transforma, como las flores.
La vejez nos ofrece muchas oportunidades después de la experiencia de recorrer el maratón de los años. Hoy el té me hace reflexionar alrededor del camino que nos muestran las fotos, nosotros estamos en paralelo. Así lo veo. Hoy lo que cuenta son las palabras dichas y hechas con amor. Es lo único que queda para el recuerdo. Todas estas plantas preciosas son regalo de los amigos que me quieren y quiero. Gracias. Me habéis dado una oportunidad para hacer este escrito. Ya lo decía Buda, uno aprende hasta mirando una rosa. Este té va por todos vosotros.
Termino con un pensamiento que oí una vez: A veces es necesario ver la oscuridad, para valorar la luz.


lunes, 22 de abril de 2019

Día de la Tierra





Hoy es el día de la Tierra. Su promotor, el senador estadounidense Gaylord A. Nelson, impulsó esta fecha para crear una conciencia común a los problemas de la sobrepoblación, la contaminación de la biodiversidad y proteger el Planeta. Desde 1970, el 22 de Abril se celebra cada año en muchas partes del mundo aunque debería de ser global. 

A pesar de todo me pregunto: ¿Qué conciencia tenemos hacia ella? Ciertamente nuestro comportamiento, en numerosas ocasiones, deja mucho que desear. La Tierra nos nutre, limpia el aire que contaminamos, nos aporta una variedad inmensa de flora y fauna y… ¿qué hacemos? Tomar el mar como un gran vertedero y, de paso, contaminar los ríos. 

Me pregunto ¿hacia dónde vamos?, ¿Algún gobernante con proyección de futuro me lo puede explicar o al menos aclarar? Qué poca cabeza tenemos para cuidar del planeta que, a fin de cuentas, es nuestro hogar y cuenta con una biodiversidad espectacular. La mayor parte de los gobernantes callan, no parece interesarles mucho el tema.

Cada especie tiene derecho intrínseco de vivir en un mundo limpio, verde y saludable. Lo tengo puesto al inicio de www.lastardesdete.com. desde hace 20 años.

El ser humano se muestra aparentemente confundido. Lo mismo que esos pájaros que se estrellan contra los rascacielos al tropezar con sus paredes acristaladas, desconcertados por el reflejo de los pocos árboles que sobreviven en sus inmediaciones.

Las huellas de la historia hoy como ayer, tienen la misma trayectoria, la avaricia del dinero y el egoísmo. Los animales se comportan por instinto, los humanos por el oro. La indiferencia nos hace cómplices y responsables de las consecuencias.

Tenemos que pensar que el mundo no puede seguir en esta desaforada ruta y pretender que sea un modelo sostenible. Hay que disfrutar de los avances tecnológicos sin dañar la Madre Tierra. De lo contrario, ¿qué sentido tiene todo esto, si al final somos despojados de nuestro cuerpo y solo quedaría el espíritu?, ¿qué destino les espera a las futuras generaciones?, ¿qué celebrarán?

La reflexión del poeta Manuel Alcántara dice: “Lo curioso no es cómo se hace o se escribe la historia, sino cómo se borra”.